Tatiana Acevedo: mirar sin asco

Tatiana Acevedo: mirar sin asco
Una de las caras jóvenes en la prensa de opinión 
aborda fenómenos y problemáticas que suelen 
quedar por fuera de la agenda mediática

Para los lectores asiduos de la prensa nacional, es un 
hecho: hay una nueva generación de columnistas que 
escriben sobre las controversias propias de la opinión 
pública, desde lugares distintos a los del periodismo y 
la política tradicional. Es el caso de Tatiana Acevedo 
quien, hace más de dos años, escribe para El 
Espectador artículos y columnas que socavan cómodos 
imaginarios sociales en torno a nuestra nación.
   Sus primeros textos allí fueron artículos basados en 
documentos de archivo, a los que llegó trabajando 
como asistente de una investigación sobre la historia 
del partido liberal, a cargo del profesor Francisco 
Gutiérrez (iepri, Universidad Nacional). 
A raíz de este encuentro, no solo llegó a la Maestría en 
Estudios Políticos y aprendió sobre los métodos de la 
Historia, sino que también se formó en el valor de preguntarse 
por lo menudo, por las prácticas concretas de los políticos, que suelen escapar a los 
análisis de la nada homogénea realidad nacional: “cómo se consigue un voto, cómo se 
hace una adhesión, cómo se asciende dentro del partido, quiénes son los políticos, son 
ricos, son pobres, de dónde sacan la plata, quiénes son sus familias; ¿qué hace un político; 
es fácil, o es difícil?”. Esta experiencia, sumada a la que tuvo después trabajando 
con Claudia López en una Misión de Observación Electoral, fue determinante en su 
perspectiva sobre la política como un objeto de estudio hecho de realidades concretas y 
diversas, que bien vale la pena abordar “sin asco”.
     Otro aspecto fundamental en la trayectoria de Tatiana Acevedo es su origen 
santandereano y su ascendencia campesina: “mientras más trabajo, mientras más leo y 
pasa el tiempo, más siento la importancia en mi vida de no haber nacido en Bogotá”. 
Luego de haber pasado una parte de su infancia en Barranca, se reunió en Bucaramanga 
con su familia ocañera y allí descubrió esa distancia con la que citadinos y provincianos 
se miran entre sí. Años después llegó a Bogotá para estudiar Antropología (y Ciencia 
Política, porque le sobraba tiempo y le parecía que era su deber aprovecharlo), y este 
nuevo encuentro con la ciudad también motivó un ejercicio que es parte de su metodología
 de trabajo: observar cómo se ven las regiones desde la prensa bogotana y por qué; cómo 
se refieren los medios nacionales a la gente de las regiones, a sus instituciones y a sus 
personajes públicos; qué reflejan sus discursos, qué rivalidades, qué miedos y complejos 
se manifiestan en esas narrativas de los medios. A su juicio, en la prensa bogotana han 
perdido mucha consistencia las páginas nacionales desde que hay periodismo digital: cada 
vez hay menos investigación regional, dice. Por eso, aunque vive en Montreal 
actualmente, a diario lee prensa regional colombiana y, aunque su doctorado es en 
Geografía, sus intereses siguen siendo la descentralización y las formas de Estado, las 
relaciones del centro con la periferia. 
     La investigación que desarrolla ahora en función del Doctorado ha despertado su 
interés por los servicios públicos en Colombia, que son un motivo constante de movilización 
en distintas regiones, muchas veces no por la ausencia absoluta de recursos como el agua 
potable, sino por pactos incumplidos del Estado. Este año, vendrá al país para hacer 
un trabajo de campo que le permita comprender por qué ha fracasado, en ciudades como 
Cali, Barranquilla, Cartagena, Cúcuta o Villavicencio, el modelo de acueducto y alcantarillado 
que fue tan exitoso en Bogotá y en Medellín desde principios del siglo XX. 
Pero también quiere ver, en ese trabajo de observación, cómo enfrentan las comunidades
 las condiciones de vida que conlleva dicho fracaso, pues considera que enfocarse 
solamente en las problemáticas que viven las poblaciones opaca las estrategias de 
resistencia desarrolladas por las personas en sus contextos, y eso conduce a una 
victimitis que no permite avanzar en la comprensión y solución de los problemas.
     Otro interés reciente en sus columnas ha sido cuestionar los lugares comunes que 
surgen en una mirada moralizante, desde la perspectiva bogotana, sobre distintos 
aspectos de la cultura popular. Una muestra sugerente de este gusto por las opiniones 
iconoclastas es la columna que publicó el 8 de marzo del año pasado sobre Griselda 
Blanco. En un día destinado a exaltar la fortaleza de las mujeres para cambiar las 
reglas de juego en entornos dominados por paradigmas masculinos, ella vio un buen 
motivo para hablar de una mujer cuyo nombre se ha omitido con disimulo en la historia 
del narcotráfico en Colombia. Cuando supo de su existencia, le sorprendió que ni ella ni 
sus conocidos la tuvieran presente, así que le pareció importante mostrar quién era 
Griselda –antes de que la mataran– y cuestionar que su nombre estuviera quedando 
por fuera de la historia, “porque, ¿qué estamos diciendo, que solo puede entrar a la 
historia cuando es la esposa, cuando le están pegando, cuando le están haciendo una cirugía
 plástica?”

Así, aunque las 300 palabras de 
espacio que le da su columna de los jueves son un reto para la argumentación, Tatiana 
Acevedo persiste en el ánimo de compartir sus investigaciones con el público lector, 
punzando sus opiniones más queridas o iluminando aspectos de la realidad social que, en 
la pequeña burbuja capitalina, pasan del todo inadvertidos. Es una mujer muy joven, sí, 
que estudia con rigor los temas sobre los cuales escribe, al igual que muchas otras mujeres 
que hoy tienen un nombre reconocido en las páginas de la opinión pública. 
Sin embargo, la perspectiva de género no está dentro de sus intereses: a su juicio, la agenda 
política alrededor de las mujeres no se agota en el aborto. Pero, en las diferencias de las 
que cada activismo se ocupa, lo que ella busca con ansias es una mirada que no 
simplifique, que no estigmatice ni reduzca los hechos sociales, de por sí complejos y llenos 
de matices. 

http://ahpino.blogspot.com/2013/01/tatiana-acevedo-mirar-sin-asco.html?m=1
fuente
 
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